miércoles, 2 de noviembre de 2011

Exceso de celo

Me llama la conserje al teléfono del Departamento nada más empezar la jornada (sobre las 8:45). Me dice que han venido los padres de D.M. y que quieren hablar conmigo. Como no había quedado con ellos, le pregunto cuál es el motivo de su visita pero no me puede dar más explicaciones.

D.M. es un alumno de 1º de ESO repetidor. Muchas faltas de asistencia a clase y mal comportamiento. Por todos los sitios va diciendo que no quiere estar en este instituto y que se quiere cambiar. Yo, orientador, he hablado con él en dos o tres ocasiones pero estas charlas no han mejorado su comportamiento.

Recibo a los padres que, enseguida me indican su intención de cambiar al alumno de centro. Les digo que ya estamos a finales del segundo trimestre y que, si de verdad quieren cambiarlo, es mejor que se esperen al inicio del período de admisión en los centros. Ellos me presionan para que yo realice las gestiones oportunas para el cambio inmediato. Les vuelvo a comentar cómo funciona el proceso de admisión y los plazos.

Ante su contumaz insistencia les comento que, pueden -al igual que cualquier ciudadano- dirigir un escrito a la Dirección Provincial solicitando ese cambio inmediato que tanto desean. Ellos me contestan que no tienen mucho hábito de realizar ese tipo de peticiones y que si podría redactarlo yo y que ellos lo firmarían.

Yo, orientador, tratando de ayudar a los padres, me presto a redactar el escrito y, todavía realizo otra gestión comentándolo con el jefe de estudios para ver que le parece. Él me dice que yo no debería hacer el escrito pero que si lo firman ellos y lo entregan como si ellos también lo hubieran redactado, pues que no debería haber problemas.

Los padres se van con el escrito de marras. Así queda el asunto hasta que a las dos semanas más o menos, el director me comenta que nuestro inspector ha llamado por teléfono, muy enfadado, porque la tía de D.M. había llegado a la Dirección Provincial con el escrito para entregarlo diciendo que "lo había hecho el orientador". El inspector comenta incluso que esas no son maneras de actuar y que parece como si quisiéramos desembarazarnos del alumno. Me quedo a cuadros con el proceso que ha llevado todo este tema. Menos mal que a la semana siguiente el inspector pasa por nuestro centro y puedo explicarle personalmente el desarrollo de los acontecimientos.

Aclarada la cuestión, el alumno sigue con nosotros hasta final de curso y yo, de paso, aprendo una lección muy importante: El que no sepa redactar escritos, que se apunte a un curso para hacerlo porque no pienso escribir algo por otros.

COMENTARIO

En el Departamento de Orientación tenemos que tomar constantemente decisiones y es inevitable que algunas no sean las más apropiadas. En este caso, viéndolo más friamente, les tenía que haber dicho a los padres que elaboraran ellos mismos el escrito famoso. Me surgen, asimismo, otras preguntas:

- ¿Hice bien en ceder a sus expectativas o no hubiera sido mejor tratar de atajar las causas del descontento del chico y la familia en el centro?
- A sabiendas que es un asunto complicado, ¿cómo cambiar la trayectoria de este alumno? ¿que pasos prioritarios habría que dar?
- ¿Qué podrían aportar la tutora y jefatura de estudios? ¿Dónde acaban sus competencias y empiezan las mías (y viceversa)?
Espero vuestros comentarios. Seguro que entre todos buscamos mejores soluciones. Un saludo. Jl Pueyo

2 comentarios:

  1. Tienes toda la razón. Es una pena pero con esa buena voluntad que siempre tienes y que suele ser muy afín a los orientadores nos lleva a veces a cometer errores como el que has contado, y, al final, aprender a base de ellos.
    Aprovecho para contar un caso relacionado con este tema. No hace mucho, una madre me solicita entrevista, y, el tema era que lo quería cambiar de centro. Yo le dije lo mismo que tú. Después de haber tenido diferentes contactos, fundamentalmente telefónicos, insistiéndole en la conveniencia que siguiera en el centro y que esperara a ver como le iba en este curso, pero ante la insistencia de seguir con su idea, le comenté que ahora estaba fuera de plazo, pero que no obstante, podía solicitarlo en el Servicio Provincial. Afortunadamente no me pidió que le redactara el escrito, y, yo me limité a sugerirle que reflejara los motivos por lo que quería cambiarlo. Fue al SP y le pidieron dos certificados, uno académico, y, otro, llamémosle de "buena conducta". El primeero lo extendió secretaría, y, el segundo el director, poniendo que no había tenido ninguna expulsión y notificando las faltas de asistencia que hasta entonces había tenido. De momento todo va normal.

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  2. Gracias por tu comentario, José Luis. Está claro que todos pasamos por momentos y situaciones similares en nuestra función de orientadores. Compartir las experiencias de cada uno de nosotros me parece, por tanto muy gratificante. Un saludo. JL Pueyo

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