domingo, 27 de noviembre de 2011

Llegan las evaluaciones

Cuando empiezan las evaluaciones, experimento una mezcla de curiosidad, incertidumbre y agobio. Curiosidad por saber los resultados que van a obtener muchos alumnos con los que trato habitualmente en el D.O. Incertidumbre porque siempre tengo la sensación de que podría haber hecho más por algunos de ellos. Agobio porque año tras año se repite la monumental cosecha de calabazas sin que nada ni nadie parezca capaz de remediarlo.

Por estas fechas leo y releo la orden de evaluación buscando las claves de mi rol, de mi desempeño en las juntas de evaluación. Resalto lo de:  

"Las sesiones de evaluación son las reuniones que celebra
el conjunto de profesores de cada grupo de alumnos, coordinados
por su profesor tutor y asesorados, en su caso, por el
Departamento de orientación del centro"

Y de nuevo me quedo con la expresión "en su caso" y la famosa coletilla del "Departamento de orientación" (léase orientador/a).

Lo cierto es que en cada centro existe una tradición o una inercia respecto a la presencia y el papel desempeñado por el orientador en las sesiones de evaluación.

En mi anterior destino, en Casetas,  empecé con la mejor de las voluntades, asistiendo a todas las evaluaciones de todos los grupos desde primero de ESO a 2º de Bachillerato. Me afanaba en tomar nota de todos los alumnos con problemas y dificultades y luego, en el departamento, trataba de poner orden entre la miriada de alumnos que no iban bien. Pronto me di cuenta del despropósito que suponía esta bienintencionada intervención. El acúmulo de casos me impedía realizar una actuación eficaz con todos ellos.

Observé también que en el desarrollo de las sesiones de evaluación se producía -habitualmente- el "efecto contagio de opinión" cuando alguno de los profesores "con peso en el centro" emitía un juicio sobre determinado alumno y el resto de profesores manifestaba su asentimiento. También hablaremos del efecto "hay que hacerle un estudio" fenómeno por el cual un profesor o profesora aparentemente interesados por el alumno proponen la (imposible tarea) de que el orientador dé con las claves y los resortes que van a explicar -y solucionar- los problemas de ese alumno.

A veces me parecía percibir una atmósfera de cierto enojo ante el repetido fracaso de muchos alumnos. Cuanto más cargada estaba la atmósfera más me iba empequeñeciendo en mi asiento para pasar inadvertido. A pesar de ello en ocasiones era inevitable escuchar desde algún escaño aquello de: ¿qué se ha hecho desde orientación?

Según iba cogiendo experiencia, mi presencia en las juntas de evaluación iba declinando. Lo solucionamos repartiéndonos el trabajo entre todos los miembros del departamento. No obstante aún me tocó luchar con algún jefe de estudios que pretendía mi asistencia a todas las evaluaciones de todos los cursos.

En mi centro actual voy a las evaluaciones en las que considero que mi presencia puede aportar alguna información que sea relevante para la mejora de los alumnos. En los cursos con alumnos "acneas" asistimos el orientador y el profesor de PT. Con los compañeros del departamento nos repartimos la asistencia al resto de las evaluaciones de tal manera que en cada una de ellas está presente algún miembro del Departamento de Orientación.

Observo (y seguro que vosotros/as también lo veis) que en las evaluaciones se habla sobre todo de los problemas y dificultades de los alumnos aunque la norma que citaba al principio también dice aquello de:


... para valorar tanto el
aprendizaje del alumnado en relación con el logro de las
competencias básicas y de los objetivos educativos del currículo
como el desarrollo de su propia práctica docente, así
como para adoptar las medidas pertinentes para su mejora.

Yo creo que un cierto ambiente de cansancio y saturación se ha adueñado de muchas juntas de evaluación. La constatación de que muchos alumnos no estudian, que no tienen interés ni se esfuerzan ha hecho mella en el deseable espiritu de mejora que deberían poseer estas sesiones.

Partiendo del principio que si deseamos que las cosas mejoren nosotros debemos aportar nuestro esfuerzo personal para que así sea, creo que, con prudencia y sin estridencias, los orientadores podemos sugerir ideas y estrategias contrastadas basadas en nuestra propia práctica docente. Nunca teorizando sino con los pies bien asentados en la tierra.

Reconozcamos que la labor del profesor de cualquier curso de la ESO es compleja y está llena de dificultades. Apoyemos en la medida que podamos a nuestros compañeros para mejorar la interacción profesor-alumno en clase y los resultados academicos al final de cada trimestre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario